Creo que es posible una sociedad en la que vivamos dignamente, una sociedad en que los problemas se resuelva de una forma más colectiva y en base a una cultura solidaria.

Para eso es necesaria la unidad, el respeto y la responsabilidad. Son principio que me inspiran y que han sido parte de mi vida desde niño. Me considero una persona crítica pero no soberbia. Soy capaz de reconocer los errores cuando los cometo y pedir disculpas.  Sin duda, durante mi trabajo con la Senadora he cometido errores, los cuales he reconocido, porque esta es la única forma de poder crecer y construir esa nueva sociedad que creo posible.

Es innegable los problemas estructurales que vivimos en Chile, los cuales son ocultados o invisibilizado con la publicidad, el consumo y las redes sociales. La desigualdad e injusticias siguen más presentes que nunca y se acentúan bajo el alero de una filosofía individualista que lo permea todo.

Creo que ser humano se compone tanto del ser individual como el ser colectivo. Ambos seres deben convivir y tanto en la sociedad como en la política, siempre estas esferas del ser humanos estarán presentes. En el actual sistema político y social, lo que impera es el individuo, por lo que el Estado y sus instituciones, el mercado y la sociedad han sido condicionada para que las soluciones sean de forma individual.

El poder también ha sido ejercido, bajo esta lógica, desde principios individualistas, lo cual conduce a la opresión y subordinación. No digo que esté ajeno a esto, porque asumo que estoy inserto en este sistema y en esta cultural, pero estoy consciente de aquellos, por lo que aspiro a que mi ejercicio del poder sea distinto, pensando siempre en esa esfera colectiva y que aspira a generar condiciones de igualdad.

Reconozco que he pasado por una evolución política. Pasé de una familia conversadora a tener una pensamiento progresista para luego militar en una organización revolucionaria. Mi experiencia vital y traumático me condujo me convención a pensar que es necesario realizar cambios inmediatos y concretos por lo que es necesario participar e incidir en las instituciones. Sin embargo, creo que los procesos de movilización y de protesta son sumamente importante, aunque no avalo la violencia como un método de acción política. Creo en la protesta que se expresa en acciones como marchas, concentraciones, propaganda, rayados, tomas e interrupción del transporte, ya que son las acciones que siempre ha tenido nuestro pueblo para presionar a una institucionalidad indolente y ajena a sus pesares.

En momentos en que la derecha y la ultraderecha avanzan e intentan profundizar el pensamiento individualista en nuestro pueblo y retroceder en los logros políticos, institucionales, sociales y culturales que hemos conseguido en estos últimos años, es que creo que ser diputado contribuirá hacer frente discursiva y comunicacionalmente a este sector político, porque por lo demás, también es un principio político para mí el ser antifascista.