Nací y viví en Colina hasta los 28 años. Mi padre y madre también nacieron y se criaron en Colina, ambos del sector de esmeralda. A pocos años de nacer mi madre, mi abuela se tuvo que hacer cargo de ella, siendo madre soltera.
Mi abuela trabajó en la posta central en Santiago y mi madre era cuidada por mis bisabuelos. Mi bisabuelo era campesino como todos sus hermanos y gran parte de sus hijos. Uno de los momentos más difíciles fue que por motivos familiares tuvieron que abandonar su casa y tuvieron que armar una casa cercana al río colina en el sector de Esmeralda.
Una historia de mi abuela que me marcó fue cuando salía de trabajar de la posta central y veía en las calles de Santiago camino al terminal de Avenida La Paz, cuerpos apilados en el suelo asesinados por la dictadura. También recuerdo cuando me contó que camino a Colina, vio cuerpos sin vida en el cerro frente al sector de Las Canteras.
Mi Bisabuelo paterno fue Guardia de Palacio en los años ’50. Luego fue trasladado al Ejército y llegó a ser Suboficial Mayor. Mi bisabuela Isabel, mujer activa y de mucho esfuerzo, se dedicó a los negocios a pesar de la negativa de su marido. Emprendió con un quiosco y luego un minimarket.
Mi abuelo paterno fue camionero, comerciante sin mucho éxito y por último se dedicó al campo. Mi abuela paterna se dedicó a los negocios igual que su madre, continuando con su minimarket. Luego lo cerró y trabajó por mucho tiempo en los regimientos militares de Colina, siendo encargada del casino de suboficiales y oficiales. Tuvo una pensión y cayó en banca rota por la mala administración. Mi padre y mis tías ayudaban a mi abuela en el casino de los militares. Mis padres me llevaban a la ex escuela de paracaidistas en donde los militares me enseñaron a nadar y artes marciales. Recuerdo a mi tío político que hoy es suboficial mayor, me enseñó los tanques y helicópteros y me llevaba a sus instrucciones militares. Siempre tuve una cercanía con el mundo militar y una estima por la cercanía de mi familia, incluso, cuando niño pensé ser militar. En mi colección de juguetes aún tengo las figuras de los soldados.

Mi padre, luego de trabajar en el casino de los militares con mi abuela, se independizó y emprendió con una botillería que hasta el día de hoy trabaja y la administración en la villa cordillera en Colina centro. Toda la vida lo he ayudado en su negocio. He visto su esfuerzo, trabajando más de 12 horas diarias, sacrificando fechas familiares como fiestas patrias, navidad y año nuevo. El 21 de septiembre cumplirá 60 años y hasta la fecha atiende en su botillería, independiente que haga calor, llueva o a pesar del frío cordillerano del invierno.
Mi madre se ha dedicado a su familia. Ella es dueña de casa. A ella le debo mi sensibilidad, empatía y valores cristiano. El respeto a la naturaleza, valor también inculcado por mi abuela, con quien salíamos al tranque de esmeralda, al cerro los parapentes, a la Reina sector rural de Colina, todos lugares que han cambiado muchísimo debido al impacto de la Minera Los Bronces y a la expansión inmobiliaria. Mi madre me inculcó la disciplina y la importancia de la organización. Mi abuela siempre me impulsó a diferenciarme del resto.
Mis padres llevan más de 30 años de matrimonio y hasta el día de hoy siguen juntos. Su valores por la familia y el matrimonio son muy fuertes, por lo que me han transmitido desde muy niños el valor de la lealtad y el compromiso.
Mis padres votaron por Piñera y se arrepienten. No me atrevo a decir que ahora son progresista o menos de izquierda, pero sí que su pensamiento cambió, en el sentido de tener más sensibilidad con los temas sociales, las demandas sociales y los derechos humanos. Mis padres, siempre me han apoyado en mis decisiones, siempre me han dejado ser libre y optar por el camino que decida, siempre han sido respetuoso de mis decisiones y mis pensamientos, aunque no los compartan.
Fui toda mi enseñanza básica y media al Desiree. Hasta el día de hoy conservo a mis amigos del Colegio. Nunca me quise cambiar. Me gustaba el Colegio, me gustaba compartir con mis amigos y la cercanía con mi casa. No fui un alumno destacado en lo académico. Tampoco un destacado deportista. Sí generé muchos vínculos tanto con estudiantes y profesores. Mi asignaturas favoritas eran lenguaje, historia y biología. En el liceo me comenzó a gustar la música, en particular; el rock, metal y punk. Toqué guitarra, bajo y conformé una banda de thrash metal. También hice deporte, pero nunca logré un logro significativo, salvo cuando gané el tercer lugar en una competencia de atletismo. Jugué a la pelota, tenis e hice artes marciales.
En tercero medio comencé a escribir y quise estudiar licenciatura en literatura. Escribía cuentos y poesía y tengo el sueño de algún momento dedicarme a la escribir. En el liceo no tuve una participación activa en política, siendo que viví la revolución estudiantil del 2011, no participé en las manifestaciones, ya que lo veía ajeno, debido a que mi familia y mis amigos no compartía un pensamiento progresista y más bien era conservador. Sin embargo, siempre me quería diferenciar el resto y por eso comencé a leer el diario para comprender lo que estaba pasando y formarme una opinión propia.

Di la PSU, me fue mal, pero quería estudiar. Ingresé al preuniversitario de la PUC en la Casa Central. En el 2013, aún había movilizaciones masivas de estudiantes que repletaban la Alameda, yo observaba y me interesaban. Frecuentaba librerías, ahora no por literatura, sino que por ciencias sociales y política. Quería comprender mi país, mi historia y la sociedad. Quería buscar respuestas al por qué de las manifestaciones. Es así que mi interés cambió y decidí estudiar ciencias políticas. Además, comencé a salir de Colina y ver la realidad de gran parte de la población. Recuerdo muy bien cuando volvía del preu en la micro y me quedé observando los rostros de las personas que íbamos de pie. Rostros cansados y exhaustos por el trabajo y por las responsabilidades. Ahí me di cuenta que de verdad este país es injusto y que la gente merece vivir bien y que uno de mis objetivos en la vida iba ser estudiar algo para poder aportar a mi gente.
Sin embargo, desde niño que tuve contacto con la realidad que vive nuestro pueblo. La ahijada de mi madre vivía en una toma cercana al río, realidad muy similar a la de ella en algún momento. Vivía en una media agua humilde y con piso de tierra y yo jugaba con ella. Me crie hasta los 10 años en la Villa Cordillera. Un barrio de clase media de Colina Centro de gente de trabajo y esfuerzo. Allí jugaba con amigos de distintas condiciones económicas, unas peor y otras mejor. Jugábamos a la pelota hasta las 12 de noche o íbamos al potrero a cazar lagartijas y después las liberamos o nos bañábamos en los canales.
Al final ingresé a la Universidad de Talca campus Santiago a estudiar Administración Pública y Ciencias Política. Los dos primeros años los dediqué exclusivamente a estudiar, siendo uno de los mejores de mi generación. En segundo año me di cuenta que el conocimiento no sirve de nada si no está a disposición de nuestro pueblo, por lo que a fines de 2015 comencé a buscar espacios de participación y es así como en el 2016 ingresó a Las Colmenitas, un espacio de trabajo voluntarios con niñeces de sectores populares. Ahí realicé trabajos en la José María Caro de Lo Espejo, en La Victoria en Pedro Aguirre Cerda y en Cerro Navia. También integré las Cuadrillas de Salud, también en el marco del trabajo poblacional. Al mismo tiempo fui vicepresidente del Centro de Estudiantes de Administración Pública y participé en coordinadoras estudiantiles de izquierda.
Durante el año 2017 estuve en las movilizaciones contra la Ley que creaba un Estatuto Laboral para los jóvenes, además en los procesos de movilización contra el CAE, la lucha contra la subcontratación en las universidades, por la situación de los niños y niñas en las dependencias del SENAME y en las movilizaciones por el asesinato de Camilo Catrillanca.

Con un compañero levantamos un observatorio de Conflictos Laborales y apoyamos comunicacionalmente al Sindicato de Guante. Debido a esta experiencia decidí realizar mi práctica laboral en la Dirección del Trabajo. Mi interés por los temas laborales y de conflictividad social me motivaron a realizar mi tesis sobre la evolución de la huelga en el sector público en Chile. Sin embargo, previamente, mis intereses estuvieron centrados en el medio ambiente, debido a mi historia con Colina y los efectos de la Minera Los Bronces de Anglo América en el territorio, secando las napas subterráneas, la construcción de Los Relaves, la escasez de agua y la intervención de los ciclos hídricos del Río Colina.
Por eso también realicé una práctica intermedia en el Ministerio del Medio Ambiente y también otra en la Fiscalía Centro Norte, organismo que luego llevaría mi caso.
En los veranos, durante la universidad, los dediqué a realizar trabajos voluntarios en las poblaciones. Siempre me ha inspirado más eso. Es decir, dedicar mi tiempo a trabajar por la gente. De hecho, ahora mi pareja y su familia se van al extranjero y yo me quedaré aquí preparando la campaña.
Nunca me ha faltado nada en la vida y ese es el motivo que me inspira a dedicar mi tiempo y energía a trabajar por el pueblo, porque deseo que más personas puedan decir lo mismo que yo algún día. Creo que la vida me ha presentado diversas oportunidades. Quizás mi situación económica sería mejor si hubiera estudiado alguna carrera relacionada a lo que se ha dedicado mi familia, me imagino ingeniería comercial o haber ingresado al Ejército. Pero sé que ese camino, el del dinero no me hubiera realizado en lo personal y en lo espiritual.
Mis valores, principios y convicciones quizás me hicieron alejarme de mis tradiciones familiares y me permitieron ver otros rumbos, como los de la lucha social por la dignidad de nuestro pueblo. Ese es el camino difícil. Y creo que siempre he escogido el camino difícil y esta candidatura es parte de ese camino difícil.
Las organizaciones en las que participé en la universidad eran parte de una orgánica política revolucionaria. Esa orgánica provenía del GAP y por ende, de la tradición mirista. Esa fue mi escuela política y de formación. Aprendí muchísimo y extraño esa vida militante y de entrega. En los cuadros revolucionarios de ayer y de hoy, encontré esa entrega al pueblo, esa entrega que también me hacía recordar a los valores cristianos que mi madre me inculcó, siendo que mientras militaba me consideraba agnóstico. Ahora me considero cristiano. Entregar la vida si fuera necesario, vencer o morir, patria libre o muerte. Fueron lemas que calaron en mí y me causan total sentido hasta el día de hoy. La lealtad, el sentido de compañerismo y el compromiso revolucionario por nuestro pueblo, son ideales que son parte de mí. Es difícil expresarlos en los espacios en los que estoy hoy en día, pero son los principios que guían mi actuar.
No me endeudé para pagar mi carrera, mi viejo la pagó gracias al esfuerzo de su trabajo. Tuve también la suerte de que en esos años y en esa universidad el precio de la carrera era decente. Algunos fines de semana iba al negocio a trabajar con mi viejo o realizaba encuestas durante la semana para el centro de opinión pública de la universidad o iba a eventos a trabajar como garzón. Sin embargo, en lo que más me gustaba invertir mi tiempo los fines de semana era en el trabajo territorial en Las Colmenitas, las Cuadrillas de Trabajo Poblacional, realizando propaganda o en reuniones políticas.
Durante el 2019 terminé y defendí mi tesis. Me fue mejor de lo esperado. Dejé de militar por motivos personales. Recuerdo que fue un año muerto políticamente. Lo digo a nivel personal y también a nivel de los movimientos sociales. Comencé a entrenar, ingresé a Krav Maga para aprender defensa personas, también retomé el boxeo y andar mucho en bicicleta. Me proyectaba como entrenador de defensa personal y realizar cursos para jóvenes en las poblaciones. También quería competir como boxeador y tomar la bicicleta y recorrer el sur de Chile. En lo laboral pretendía ingresar a la Dirección del Trabajo o a alguna Inspección del Trabajo o a alguna municipalidad para ayudar a los trabajadores y a las personas vulnerables. También pensé ingresar al SENAMA para ayudar a los adultos mayores debido a la injusta realidad que les toca vivir. Recuerdo un día de inverno cuando me bajé del metro Rodrigo de Araya y veía a un abuelito en pleno invierno vendiendo super ocho, aún recuerdo sus ojos angustiosos y su rostro cansado y su cuerpo débil.
Sin embargo, esos planes se vieron truncados el día 20 de octubre, cuando un militar del Ejército mi disparó en plena manifestación en la Plaza de Armas de Colina. Siempre he pensado que gracias a mi pueblo es que estoy con vida, fue mi pueblo el que me salvó por estar ahí y grabar con sus celulares y registrar el ataque de principio a fin. Mi pueblo y Dios decidieron que yo viviera. También reconozco que me salvó la vida el militar que me aplicó el torniquete, porque en caso en que no lo hubiera hecho, hubiera muerto desangrado.

Por el temor que significaba que los militares estuvieran involucrados en el ataque, por mi formación política, por la experiencia histórica y por el conflicto familiares que implicó el hecho, decidí no hablar con la prensa. Decisión difícil que ha marcado mi vida, ya que fue uno de los primeros casos que se viralizó durante el estallido social. A veces pienso que si hubiera dado alguna entrevista o mi familia a los medios nacionales, mi caso hubiera sido más conocido y por consecuencia yo también, pero fue la decisión que tomé en ese momento. Sin embargo, no me arrepiento, opté nuevamente por el camino difícil.
Digo difícil porque todo ha costado más. Por ejemplo, mi lucha por justicia. Mi caso quedó en la Fiscalía de Colina y estuvo estancado mucho tiempo. Es por eso que tomé la decisión de asumir un activismo en DDHH por mi caso y también por el de mis compañeros sobrevivientes que sus casos estaban en situaciones similares de impunidad. Comencé a tomar contacto con los y las sobrevivientes, hacer redes, a realizar publicaciones, entrevistas sobre mi caso y sobre el contexto político, social y de DDHH.
A pesar de que estaba en recuperación, asistía a manifestaciones y concentraciones en silla de ruedas o con muletas para exigir justicia.
Es así como me integré al Colectivo Gatillo, el cual debe su nombre al juego de palabras relacionado con mi apellido y al de Gustavo Gatica. Realizamos intervenciones por justicia y también apoyamos a nuestros vecinos durante la pandemia. Después participé y fui uno de los fundadores del Colectivo Evadiendo, que surge de una idea de Gustavo Gatica para visibilizar casos del estallido social.

Luego, levanté un colectivo llamado Lagrimas de Sangre también relacionado a la lucha por justicia. En esa búsqueda por justicia y visibilización de mi caso es que decido tomar la decisión de recaudar firmar para inscribir mi candidatura independiente a Diputado por el Distrito 8. Salía junto a mi pareja a las ferias y a las poblaciones a recaudar firmas, a pesar de que mi estado físico me dificultaba la tarea. Salíamos con mi silla de ruedas y mis muletas a recorrer las ferias y poblaciones. Sin embargo, no logré recaudar las 2.500 firmas, me faltaron 1 mil para inscribir mi candidatura. No obstante, ese periodo me permitió estrechar los lazos con Fabiola Campillai, compañera que también recaudó firmas para inscribir su candidatura a Senadora.
Como ella lo logró, me invitó a ser parte de su equipo formando parte de los equipos programáticos y territoriales. Una vez que Fabiola logró ser electa, me invita a ser parte de su equipo legislativo. Es así como me integré como asesor político ayudándola en un comienzo a preparar su trabajo legislativo y también comunicacional, político y en derechos humanos. Luego me dio la tarea de enfocarme en la labor territorial por mi conocimiento en el territorio y por la cercanía con la gente, junto también por reconocer mis capacidades en la articulación política y de coordinación y de gestión. Es así que hasta el día de hoy me he dedicado como encargado territorial del distrito 8 y 9 de la Región Metropolitana, teniendo como responsabilidad 16 comunas. En esta labor he tenido que hablar y coordinar con organizaciones territoriales, funcionales y autoridades locales como concejales, alcaldes, directivos y funcionarios municipales. Además, de mantener contacto para realizar gestiones con autoridades de gobierno, por lo que he sostenido reuniones con autoridades como el Presidente de la República, Ministros, Subsecretarios y jefaturas de servicios.
Me gustaría que la gente me recuerdo por lo bueno que hice, por mi contribución a la sociedad. Ese es el sentido individual que me mueve, el ser recordado y no caer en el olvido.

Hace dos año dejé de vivir en Colina y pasé a vivir en Santiago. Vivo en pleno Santiago Centro, en lo que denominan peyorativamente como “Santiagozuela”, en el barrio Santa Isabel y la mayoría de mis vecinos son extranjeros, sobre todo de nacionalidad Venezolana. No tengo mala opinión de ellos. De hecho, nunca he tenido un problema con ellos. Por el contrario, hablo con mis vecinos, me corto el pelo y entro con ellos. Son gente trabajadora igual que nosotros, que se levantan temprano para ir a trabajar y estudiar y cuidan de sus hijos. Se que en otros lugares de Santiago, sobre todo en las poblaciones, la realidad es distintas y la convivencia es compleja. Pero acá los principales responsables han sido nuestro gobernantes, partiendo por quien gobierna actualmente en Venezuela, porque nadie sale de su tierra por gusto, y la gran parte del éxodo venezolano ha sido por necesidad y por motivos políticos.
Es responsabilidad de nuestros gobernantes, porque no han sido capaces todos estos años de brindar una educaciones, salud, seguridad y vivienda a nuestras clases populares y la llegada de la inmigración ha agudizado estos problemas estructurales que son reflejo de las injusticias y las desigualdades.
Es por eso que quiero ser Diputado, porque quiero contribuir a la construcción de una sociedad más justa, igualitaria, solidaria, digna, segura y libre.
